Desde el año 2008 la economía mundial está sufriendo una sucesión de crisis que amenazan gravemente los progresos logrados desde la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, en los diferentes campos del desarrollo sostenible. Pero al mismo tiempo, la crisis ha generado una mayor concienciación y está suponiendo un refuerzo del compromiso político hacia los principios fundamentales de la sostenibilidad, al haber hecho patente la necesidad de un cambio en el sistema económico mundial.

 

Sobre estas afirmaciones se fundamenta el “Informe de progresos hacia el desarrollo sostenible” elaborado por la Comisión sobre el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas con motivo del decimoctavo periodo de sesiones llevado a cabo en mayo de 2010.

 

Este informe examina el estado en el que se encuentra el Plan de Ejecución de la Agenda 21, y el Plan de Aplicación de las Decisiones de Johannesburgo, centrando su atención en los recientes acontecimientos importantes, los nuevos datos, y los avances en la compresión de los mecanismos que “realmente funcionan”.

 

En el texto se argumenta que las actuales dificultades económicas y ambientales ofrecen una oportunidad para una reconsideración colectiva a nivel mundial de los modelos de desarrollo y comercio que se han utilizado durante el último siglo, considerando que una respuesta innovadora es la “economía verde”, que entrañaría una transición hacia un sistema económico dominado por la producción, el intercambio, la distribución y el consumo de bienes y servicios inocuos para el medio ambiente.

 

Mediante un proceso de crecimiento verde, esa transición ofrecería un camino para salir de la actual crisis, y también un medio de promover la competitividad entre las industrias del futuro mediante la creación de los denominados trabajos verdes, la preservación del capital natural de la Tierra y el alivio de la pobreza, facilitando de esta forma un crecimiento verde en el plano mundial.

 

Los objetivos principales de lo que el informe denomina “nuevo pacto verde mundial” serían:

• Aportar una contribución significativa para revitalizar la economía mundial, salvar y crear empleos y proteger a los grupos vulnerables
• Promover el desarrollo sostenible e inclusivo y el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, especialmente el de poner fin a la pobreza extrema a más tardar en 2015
• Reducir la dependencia del carbono y la degradación de los ecosistemas.

 

El análisis concluye que la inversión de recursos suficientes en la aplicación de un modelo de “economía verde”, no solo contribuirá al crecimiento económico sostenible, sino que también generará empleo y reducirá la pobreza, disminuyendo al mismo tiempo la dependencia del carbono y la escasez de los recursos naturales.