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Conceptos generales de contaminación atmosférica

La contaminación de la atmósfera

La atmósfera terrestre es la parte gaseosa que envuelve la Tierra y que se mantiene a su alrededor por acción de la gravedad. Llamamos “aire” a la mezcla de gases que constituyen la atmósfera y que supone un elemento esencial para la vida en el planeta, cuya alteración puede generar efectos perniciosos sobre los seres vivos y los elementos materiales.

 

La Ley 34/2007, de 15 de noviembre, de calidad del aire y protección de la atmósfera define contaminación atmosférica como “la presencia en la atmósfera de materias, sustancias o formas de energía, que impliquen molestia grave, riesgo o daño para la seguridad o la salud de las personas, el medio ambiente y demás bienes de cualquier naturaleza”.

 

Los principales mecanismos de contaminación atmosférica son los procesos desarrollados por el hombre que implican combustión, tanto en el sector industrial, como en medios de transporte o en el ámbito doméstico. Aunque también se liberan contaminantes a la atmósfera en procesos productivos que no llevan asociada una combustión, como es el caso de los aerosoles, los productos químicos volátiles, etc.

 

También puede producirse contaminación atmosférica por causas naturales, como erupciones volcánicas, incendios forestales no intencionados, liberación de metano por descomposición de materia orgánica, etc.

 

La contaminación atmosférica se produce por la descarga en el aire, ya sea continua o discontinua, de sustancias, materias o fuentes de energía, procedentes de cualquier fuente susceptible de producir contaminación. Es lo que se conoce como emisiones contaminantes, que pueden ser puntuales, cuando proceden de un foco definido, como chimeneas de industrias o calefacciones, tubos de escape de automóviles, etc., o bien difusas, cuando se generan de forma dispersa en una zona localizada, como en una cantera, durante el trasiego de graneles, etc.

 

Una vez en la atmósfera, los contaminantes no permanecen indefinidamente en ella, sino que experimentan complejos procesos de transporte, mezcla y transformación química, que dan lugar a una distribución variable de su concentración en el aire, tanto en el espacio como en el tiempo. La concentración de uno o varios contaminantes, medida a nivel del suelo, en un punto más o menos lejano de la fuente de emisión, se conoce como inmisión o calidad del aire en ese punto.

 

Como indica la definición de la Ley 34/2007, no sólo la emisión de sustancias químicas produce contaminación del aire. Tanto las emisiones lumínicas como las acústicas generan contaminación atmosférica, aunque en este caso, los contaminantes descargados sean formas de energía.

 

Se denomina contaminación lumínica al brillo o resplandor luminoso que producen las luces del alumbrado exterior, y que altera las condiciones naturales de las horas nocturnas, dificultando las observaciones astronómicas de los objetos celestes.

 

Por otro lado, se conoce como contaminación acústica, a la presencia en el ambiente de ruidos o vibraciones, que impliquen molestia o daño para las personas, para el desarrollo de sus actividades o para los bienes de cualquier naturaleza, o que causen efectos significativos en el medio ambiente.

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