La DMA define la categoría de aguas de transición como “masas de agua superficial próximas a la desembocadura de los ríos que son parcialmente salinas como consecuencia de su proximidad a las aguas costeras, pero que reciben una notable influencia de flujos de agua dulce”.

 

Teniendo en cuenta la información disponible, la delimitación de las masas de agua de transición en Asturias se ha establecido englobando las siguientes unidades:

 

• Medio estuarino. Llanuras intermareales inferiores (tanto arenosas como fangosas) y marismas (tanto las naturales como las parcialmente desecadas por la presencia de diques).
• Medio litoral. Playas adyacentes a la desembocadura formadas por sedimentos aportados por el sistema fluvial.
• Medio eólico. Sistemas dunares que por sus características y ubicación poseen una notable importancia en el funcionamiento del estuario, sobre todo en el grado de confinamiento del mismo. Cualquier alteración grave en estas unidades puede acabar afectando a la totalidad del sistema y no sólo a la unidad eólica afectada. Gran parte de los sistemas considerados se han formado recientemente como consecuencia de la instalación de diques y espigones en la desembocadura.
• Bahía exterior y área de influencia fluvial.

 

Por lo tanto, los criterios utilizados en la delimitación de las masas de agua se han establecido con criterios fisiográficos y atendiendo al área de influencia fluvial en el caso de los límites exteriores, y en los límites interiores y laterales se han utilizado criterios relacionados con el alcance de la marea alta viva equinoccial y onda mareal, basados en estudios botánicos y geomorfológicos detallados y corroborados por el Deslinde del Dominio Público Marítimo-Terrestre.

 

El Principado de Asturias posee la mayor línea de costa entre las provincias cantábricas y alberga el mayor número de desembocaduras fluviales, un total de 41 ríos de los que más de la mitad no superan las 16 ha de superficie estuarina. En este contexto, se han identificado 8 masas de agua de transición (Eo, Navia, Esva, Nalón, Avilés, Villaviciosa, Ribadesella y Tina Mayor) a la que se ha unido Barayo, que si bien no cumple el área mínima establecida (50 ha) es relevante por su condición de espacio natural protegido.

 

El carácter acantilado de la costa asturiana, con más de un 62 % de su longitud ocupada por grandes farallones rocosos, provoca una clara segregación entre el medio terrestre y el marino. Sólo existe una interacción entre ambos medios en la desembocadura de algunos cauces fluviales que seccionan los altos acantilados y cuyas llanuras son diariamente inundadas por el avance de la marea.

 

En general, se trata de estuarios estrechos y alargados hacia el continente, con anchuras de varios centenares de metros y longitudes totales que llegan a superar los 15 km, como es el caso del Eo. Habitualmente, se encuentran parcialmente confinados por una barra sedimentaria o rocosa y, en su interior, además de los fenómenos de mezcla de las aguas fluviales y marinas, se produce la sedimentación de los materiales erosionados en la cuenca hidrográfica.